martes, 27 de octubre de 2009

El signo de interrogación al principio.

Con frecuencia nos preguntan por qué el español es la única lengua que emplea el signo de interrogación inicial, y cuál es el origen del signo final de interrogación empleado en todas las lenguas europeas modernas. La respuesta nos la trajo al Foro Cervantes María López-Contreras González, quien investigó el tema en la red. 1º) - En la mayoría de los idiomas se utiliza un único signo de interrogación al final de la frase interrogativa: How old are you? (Inglés: ¿Cuántos años tienes?). Este fue el uso habitual también en español, hasta mucho después de que la segunda edición de la Ortografía de la Real Academia, en 1754, declarase preceptivo iniciar las preguntas con el signo de apertura de interrogación invertido, (¿) y terminarlas con el signo de interrogación ya existente (?) – ¿Qué edad tienes?–, al tiempo que se ordenaba lo mismo para los signos de admiración (¡) y (!). Este criterio, en realidad, no se generalizaría hasta casi un siglo más tarde, ya que desde esa fecha de mediados del siglo XVIII hasta mediados del XIX la Real Academia Española no tuvo, ni mucho menos, el carácter corporativo e institucional que le iba a conferir la monarquía isabelina posteriormente. Las imprentas siguieron editando según la costumbre: ubicaban solamente un signo al final de las frases interrogativas o exclamativas. Si los signos iniciales se extendieron en las tipografías, no se debió a que el español tenga el problema de que no se sabe en qué momento se inicia la frase interrogativa o admirativa (la sintaxis de otras lenguas también desconoce ese momento), sino al carácter forzoso que dio la monarquía a los criterios de la Real. La norma de los signos de interrogación y exclamación iniciales fue impuesta, simplemente, de la mano de la Gramática oficial de la institución monárquica. Su carácter compulsorio estaba limitado al muy reducido ámbito idiomático de España (ver, por ejemplo, la resistencia de Chile). Una solución intermedia muy corriente consistió en utilizar los signos de apertura sólo cuando el enunciado era largo, o con riesgo de ambigüedad, pero no para las frases breves y claramente interrogativas, como Quién vive? [cita requerida].>> http://es.wikipedia.org/wiki/Signos_de_interrogación 2º) - Qué son los signos de puntuación y cuál es su historia. Los signos de puntuación son herramientas específicamente creadas para ayudar a los lectores a comprender el significado de los textos. En los inicios de la escritura alfabética los textos eran muy diferentes de los actuales; estaban compuestos por letras que formaban una aglomeración consecutiva y compacta, en la cual no había ninguna puntuación. Esto hacía tan difícil su lectura que era indispensable leerlos en voz alta, para ir demarcando con el tono de la voz las palabras y las frases. Fueron necesarios por lo menos quince siglos para que se produjera la separación gradual de las letras de los textos en palabras y frases. En los comienzos de la Edad Media se adoptó la costumbre de poner las frases en líneas separadas; luego aparecieron la coma y el punto; posteriormente se adoptaron las mayúsculas iniciales, los paréntesis, la separación entre párrafos, hasta llegar a la diversidad de signos que tenemos hoy. Este desarrollo de la puntuación hizo posible la aparición de la lectura silenciosa a la que ahora estamos habituados. La historia de la escritura en Occidente subraya un hecho clave: el lector es quien se beneficia del buen uso de los signos de puntuación. Cuando un autor, al escribir un texto, cuida la puntuación, no lo hace por un vano alarde de erudición sino porque tiene interés en que sus lectores entiendan lo que dice. El mal uso de la puntuación indica, por contraste, que posiblemente el autor no tiene claro lo que quiere decir. (...) 3. Signo de interrogación.- Origen El origen del signo es oscuro y se han formulado varias hipótesis[2]: - Puede ser una estilización de Qo, abreviación de la palabra latina quaestio. - Puede ser una modificación del signo de interrogación griego, que en su forma es idéntico a nuestro punto y coma. - También se ha asociado el signo a la notación musical de las neumas. - Parecido a la anterior es la hipótesis de que expresa gráficamente la entonación del hablante. - Finalmente, hay quienes atribuyen la invención a personas concretas de la Antigüedad o la Edad Media.>>

martes, 20 de octubre de 2009

historias de por aquí

Entre las muchas leyendas que tiene nuestra zona, hay una muy llamativa ya que tiene todos los ingredientes de las buenas novelas de acción. Desde luego tiene también su “basado en hechos reales”. Después de leer estas líneas conocerán por qué hay un Priego en Córdoba, por qué la montaña más significativa de nuestro Priego tiene una cruz coronándola y un nombre tan “gore” como “La Degollada”, y por qué hay a quien dar el nombre de los Condes a centros públicos no les hace demasiada gracia. Esta versión de la leyenda es la que contaba el tío Julián, “el ciego”. Durante siglos el Conde de Priego gozaba del tristemente famoso “derecho de pernada” que muchos nobles disfrutaban durante aquella época. Pero lógicamente, a sus súbditos este privilegio no les hacía mucha gracia. Pasase lo de tener que darles parte de la cosecha, lo de que ellos pusieran las leyes... pero lo de acostarse con las recién casadas antes que el propio marido era demasiado. Y muchos pricenses se rebelaron contra esta injusticia. Como suele pasar en toda revuelta, hay dos tipos de “estrategias”. Una fue la no violenta, mediante la cual muchas parejas del pueblo contrajeron matrimonio a la vez para que el Conde no pudiera ejercer el derecho de pernada con todas las novias... y si podía, debería haber nacido unos siglos después y quitarle el puesto a Nacho Vidal. Otros optaron por la lucha armada, y se levantaron en armas contra el Conde y sus aliados. La mayor batalla tuvo lugar en la zona de Valdepedro, pasado el famoso puente Liende (aunque haya quien insista en escribir “Allende”, si mis abuelos lo llaman puente Liende es que se llama puente Liende, punto). Las fuerzas del Conde flaqueaban en esta batalla, por lo que decidió pedir refuerzos a Cuenca. Desde la capital se les enviaron unos “corchetes”, la forma de denominar a un tipo de soldados de esta época, perfectamente equipados y entrenados para sofocar la revuelta. Los rebeldes de Priego, en una vieja tradición hispánica que ya entonces se practicaba y que tantos éxitos y fracasos ha dado en la historia bélica española a distintos bandos y contendientes, se echaron al monte. Dirección, la sierra. Pero a nuestros héroes pricenses la suerte les fue esquiva. Pese a conocer mejor el escarpado terreno que los corchetes enviados por Cuenca, fueron rápidamente atrapados y no hubo piedad con ellos: fueron degollados en lo alto de una de las montañas más conocidas de Priego. En el lugar donde estos valientes fueron ajusticiados tiempo después se levantó una cruz, llamada originalmente “de la Degollación” pero que la sabiduría popular rebautizó como “la Degollá(da)”. Durante muchos años esta cruz ha sido la silueta que ha dominado desde las alturas toda la llanura de la Alcarria conquense. Ahora la tecnología y los avances han hecho que la cruz sea lo que menos destaque en esta montaña dejando el protagonismo a antenas de todos los colores y telecomunicaciones posibles. Pero la historia no acaba aquí... Muchos de los rebeldes tuvieron suerte de no ser asesinados, y fueron “solamente” desterrados de su querido Priego, o tuvieron que exiliarse. Durante mucho tiempo vagaron, dirección al sur, recorriendo las tierras de lo que un tiempo antes había sido el corazón de Al Andalus, para allí encontrar un emplezamiento que les recordó al maravilloso lugar donde está situado nuestro Priego. Se establecieron allí, fundando el conocido Priego de Córdoba. Y colorín colorado.... ¡Alto! ¡Que me chivan que el Priego de Córdoba, cuyo nombre oficial es así, con apellido incluido, se fundó bastante antes que el nuestro! En concreto y con este nombre tan bonito alrededor del siglo IX, aunque ya había asentamientos bastante antes de los romanos. Vale, ya llegó el listo de los cojones a jodernos la leyenda... Bueno, vale, lo siento... pero es lo que hay. Consolémonos pensando que aunque ese Priego es más grande, al nuestro no le hace falta apellido.